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Felipe "Lipe" Matías el "Poeta del Pueblo"

Foto(s): Cortesía
Karla Arrazola

<<Felipe Matías en diversas ocasiones ha expresado que él no le tiene miedo a la muerte, porque su padre y abuelo, le inculcaron que la muerte es algo natural y en algún momento debe pasar>>

A diez años de la partida de Felipe Matias Velasco, reproducimos una entrevista de semblanza publicada en Noticias Voz e Imagen de la Cuenca en 2011; en la entrevista, el Cronista Costumbrista comparte sus vivencias.

Tuxtepec, Oaxaca.- Nacido en 1939, en la ribera del trópico, donde vio por primera vez la luz. El poeta del pueblo, humilde en su andar y profesar, es Felipe Matías Velasco. 

Costumbrista, escritor, poeta y artesano de la Cuenca del Papaloapan, reconocido por su gente y conocido en diversos lugares por su autenticidad.

Habitante del barrio viejo de Tuxtepec, “La piragua”. Su casa tiene el número 1693; es identificable desde lejos, tablitas de madera como puerta y sus fieles amigos son los que reciben siempre a todo aquel que lo va a visitar.

Con andar ligero, como ha sido su vida, Felipe te invita a pasar a su pobre casa, como a él le gusta llamarla. Sentado en el patio, rodeado de perros, sus amigos por los cuales ejerce un especial cariño, platicó lo que ha sido su vida.

El hombre niño

“Mi casa no era de teja, era de palma, no había ruidos, pero me gustaba mucho con mis hermanos salir a bañarnos a la gotera; y cuando iba a llover botábamos la ropa y salíamos encuerados a disfrutar del aguacero, de veras”.

“No estaban como ahora los padres: ¡no te bañes que la lluvia es peligrosa! y no sé qué. Antes ¡qué va!, tomábamos el agua llovida, nosotros colocábamos bandejas, era un agua amarillentita así bonita, pero tenía un sabor especial, yo ahora he tenido ganas de echarme un vasito, pero digo no, no, quien sabe que va a suceder si me la trago”.

Un niño con una infancia tranquila y feliz, vivió rodeado de sus hermanos y padres. En su plática, su abuela adoptiva Telésfora o “Tele” como le decían, siempre se hace presente. Ella cuidó de él y le relataba mil historias y acontecimientos que la memoria del poeta guardó con gran recelo.

“Quiero platicar las anécdotas revolucionarias que mi abuela me contó de niño y que mis tías, hijas de un revolucionario me confirman; quiero que los niños y adolescentes lo sepan, así como todo aquello que nos puede hacernos sentir orgullosos de vivir en Tuxtepec”.

Su abuelo, don Felipe Matías, quien fuera dos veces presidente municipal, también fue una figura emblemática en la vida del artesano, aprendiendo sus enseñanzas y manera de ver la vida.

Aquel que conoce a Felipe Matías, dice que lleva a su pueblo tatuado en la piel. Amante de la soledad, vive solo junto a sus perros, los cuales los adopta y da de comer.

“Todos los del barrio me conocen, todos los días me vienen a dejar comida o cosas, están al pendiente de mí, yo se los agradezco. A veces estoy trabajando y de repente escucho que gritan Don Felipe, mis perros inmediatamente me avisan y son mis vecinos o alguien que viene a saber de mi, de mi trabajo o a pedirme un favor especial”.

En ocasiones, no sé porque, me buscan para solucionar problemas; me tienen mucha confianza si pasa algo y dicen vamos con Felipe para que nos ayuden y pues los recibo a ver qué se puede hacer”.

A pesar de vivir solo, Felipe Matías, se ve feliz. Es creyente y su fe lo lleva a salir adelante todos los días. Su rostro, refleja la mayor de las serenidades y hablar con él es regresar a los años mozos de Tuxtepec. Es un niño en su forma de ver las cosas y dice vivir la vida plenamente, porque alguien que se amarga la vida no es feliz y solo tiene tristezas.

Con gran gusto, Felipe recorre el barrio viejo, El castillo, donde tiene buenos amigos. Un hombre que camina mucho y desde su lugar se preocupa por fomentar lo bueno de su ciudad.

Felipe Matías en diversas ocasiones ha expresado que él no le tiene miedo a la muerte, porque su padre y abuelo, le inculcaron que la muerte es algo natural y en algún momento debe pasar, mientras tanto el vive su vida plenamente, querido por todo el pueblo, quizás el más querido por los valiosos recuerdos que guarda su mente y que comparte con todo aquel que quiera ser su amigo.

Retratos del pueblo

A sus 72 años, Felipe Matías forma parte del Instituto Cultural de Información del Sotavento Oaxaqueño. Es poseedor de una inigualable colección de poemas donde describe las andanzas de su vida y retrata cada uno de los eventos importantes del cual ha sido testigo.

Reconocido artesano en la región. Poseedor de una colección de 500 piedras de distintas figuras y pintadas con colores brillantes que hacen lucir la forma de cada una de las piedras, donadas a la Casa de Cultura “Víctor Bravo Ahuja” y que ha expuesto en diversos lugares.

“Cuando me encontraba boca abajo en la playa me vi rodeado de piedras, entonces, comencé a tocarlas bajo el agua y a las dos o tres horas me empecé a dar cuenta de las formas y figuras que poseían cada una de ellas y ahí acostadito fui haciendo mi almacén de obras artísticas”.

A lo largo de su vida ha sido homenajeado y reconocido por el trabajo que realiza, como artesano, poeta y escritor. En 1976 la Casa de la Cultura de Tuxtepec le otorga un reconocimiento por difundir el Folklore Tuxtepecano.

Este mismo año el Gobierno del Estado le entrega un diploma en reconocimiento a su maestría artesanal. En 1968 “El Experimento de Convivencia Internacional” dependiente de la UNESCO, le entrega un reconocimiento de gratitud por participar durante 9 años en los cursos de verano desinteresadamente, sólo con la idea de difundir el Folklore de su región. 

El 30 de agosto de 1986 en sesión solemne y pública, el Cabildo Tuxtepecano lo declara “Cronista Costumbrista de Tuxtepec” otorgándole diploma y medalla. Es autor del poemario “Minucias” publicado por la Casa de la Cultura Oaxaqueña en la colección Siete Venados.

Así es Felipe, humilde en el trato, dicharachero como buen cuenqueño. Una biblioteca viviente, compartida con su gente a quienes siempre les obsequia una sonrisa. Felipe Matías Velasco, añora a su pueblo y lo homenajea en cada una de las letras y versos que recita. Admirador de las bellezas de su pueblo es espejo y libro de las vivencias pasadas y hasta el último día de su vida lo seguirá haciendo, porque él es así, es Felipe Matías.