Aunque el semáforo de contagios covid avanzó nuevamente al color verde y permite retomar todas las actividades, tanto laborales recreativas y económicas en el municipio, los pequeños comerciantes aún no logran salir del bache en el cual los dejó la contingencia.
Doña Julissa Agustín, vive en la nueva Revolución, ahí tiene un pequeño puesto a orilla de carretera donde ofrece fruta picada, aguas y cocos, sin embargo desde hace más de un año sus ventas pasaron de ser bajas a nulas, además de que durante un tiempo se vio en la necesidad de cerrar su negocio debido a que no pasaban vehículos y sus pocos ahorros se terminaban ya que debía comprar producto que muchas veces no se vendía.
Aunque en un momento pensó en salir de su comunidad para ofrecer sus productos más hacía el centro, el temor a la enfermedad y el poco recurso económico para su traslado la limitó, además de que se dio cuenta que tampoco había un panorama alentador para quienes tienen sus ventas en el casco urbano.
Durante este año decidió nuevamente abrir su negocio a quienes van de paso, sin embargo y a pesar de que las actividades regresaron a lo habitual el paso de persona continúa siendo poco, además de que se quedó sin recursos para invertir y tiene poco para ofrecer a quienes pasar por la carretera.
“Con la enfermedad que empezó todo se puso mal, yo trataba de mantener abierto para sacar tan siquiera para el kilo de tortillas, pero realmente las ventas eran muy pocas”.
Actualmente la venta se mantiene baja, sin obtener ganancias reales, debido a que la fruta comienza a subir de precio, “ganancias no hay casi, el coco esta caro, uno lo compra a 10 pesos o más y nosotros no podemos rebasar el precio de 20 pesos, sino no se vende”, comentó doña Julissa.
