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Pez diablo, la rara especie en México que forma su coraza de plomo y mercurio

Pez diablo, la rara especie en México que forma su coraza de plomo y mercurio
Foto(s): Cortesía
Lorena Jiménez Salomón

El pez diablo lleva quince años como uno de los mayores depredadores del ecosistema acuático del sur de Tamaulipas.  Es una plaga que pescadores han resuelto a su modo y hay quienes usan su carne para consumo humano, a pesar de que ambientalistas advierten contiene plomo y mercurio.

Por sus características, no se trata de una especie cualquiera. 

El animal se apoderó de ríos y lagunas y vive en la parte más sucia de estos ya que suele enterrarse en el lodo, pero lo más peligroso es que tiene una armadura ósea capaz de acumular metales pesados.

  También conocido como “pleco” porque su nombre científico es Hypostomus plecostomus, lo mismo es vendido en el mercado de pescados y mariscos “La Puntilla” de Tampico, que enviado a otros estados de la República para terminar convertido en hamburguesas y nuggets, sin que autoridades de Salud así como de Pesca lo impidan. 

Inclusive, el jefe de la Jurisdicción Sanitaria Número Dos de Tampico y Ciudad Madero, Héctor Pérez Monsiváis dice desconocer si la especie invasora es comestible, pues ignora sus características y propiedades y solo sabe que es un depredador.  

Lo llaman pez diablo porque en México fue visto por primera vez en la presa El Infiernillo de Michoacán, pero según estudios, viene de la cuenca del Amazonas.  No está comprobado científicamente cómo ingresó a la zona, pero se cree que a través de las peceras, pues era usado para la limpieza de las mismas y terminó arrojado a un cuerpo de agua natural.

 Les quitó a pescadores su sustento Llegó y se adueñó del ecosistema acuático porque, comiéndose sus huevecillos, empezó a acabar con las especies de mayor demanda y consumo en los ríos Pánuco, Tamesí y el sistema lagunario. 

Los pescadores, al recoger sus redes, 80% de lo extraído era pez diablo y tan solo un 20% robalo, tilapia, catán, lisa, carpa y lobina, cuya reproducción se veía frenada por el depredador. 

El impacto fue tal que grupos de personas dedicadas a la pesca tuvieron que emigrar a países como Estados Unidos y Canadá, donde se emplearon en la pizca de chile y tomate con mejores ingresos.