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Semana Santa y entró Jesús a Jerusalén

Semana Santa y entró Jesús a Jerusalén
Foto(s): Cortesía
Antonio Ávila Galán

"El que oye, oiga; y el que no quiere oír, no oiga; porque casa rebelde son.”

Ezequiel 3:27

Y entró Jesús a Jerusalén, y en el templo habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce discípulos. Y es que un poco antes, Jesús cuando estuvo frente al monte de los olivos, envió a dos de sus discípulos; allí hallareis una cría de asno -les dijo-, está atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. Lo trajeron, echaron sobre él sus mantos, y Jesús se sentó sobre él. También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino, y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del señor!

Sin duda la semana santa es un gran festejo religioso a lo largo de la historia. Una fiesta cristiana en la que se celebra la vida y pasión y muerte de Jesús. Jesús fue un hombre que vino a la tierra a vivir un sacrificio, ya traía un encargo que hacer; y con ello demuestra una gran enseñanza que es el triunfo de la vida sobre la muerte. Dice la iglesia cristiana que él derramó su sangre por nuestros pecados, sufrió por nosotros y nosotros debemos ser limpios de ellos, no tenemos por qué sufrir en carne propia dicha infamia de la carne, si estamos llenos del espíritu santo. Muchas generaciones han encarnado a su manera la pasión y muerte de Jesucristo. Nacido de la virgen María, para dejar una inolvidable enseñanza por su paso por la tierra.

 

Semana Santa, la forma en que se celebra, está llena de vivencia simbólica, como es el pan y vino, que se celebra en la última cena, la venta de Jesús a sus enemigos por Judas, la cruz, el lavatorio de pies, la corona de espinas, el látigo, los clavos, la lanza, la caña con vinagre, las sandalias de Jesús, y la negación de Pedro: símbolos todos ellos, que concientizan un gran panorama y se encarna en el destino único de un hombre, que muchos años se pierde de su tierra desde niño y aparece a los 30 años, convertido en el maestro, para llevar a cabo la profecía; el hijo de Dios apareció en la tierra, para la gran enseñanza y revolución del mundo por la vía pacífica, la humildad, el amor a sus semejantes y ofreciéndole perdón a quienes te ofenden.

Y es que Jesús fue hombre rebelde, que no hacía o seguía las reglas sociales de la sociedad de su tiempo, Jesús al enseñar a sus discípulos, al caminar por los caminos sinuosos de la tierra, por aldeas curando enfermos, haciendo ver a ciegos, haciendo caminar a paralíticos, sanando de sus llagas a leprosos y devolviéndole la vida a los muertos, realizaba con ello una acción sagrada llena de humildad y amor. Esta acción sagrada es un sacrificio lleno de bondad, que alcanzaba a recibir de su padre por la oración que practicaba a cada instante. Acción sagrada en favor de los más necesitados de su tiempo, de los perseguidos inmisericordemente por la justicia por ser pobres, como siempre en la historia del mundo, el que menos tiene, es al que ningunea y mal ve la sociedad, siempre en cualquier pueblo o ciudad son unos cuantos ricos y políticos los que dictan leyes y costumbres a los demás, se disfrazan de corderitos, pero por dentro son unos animales peligrosos. Jesús el enviado por Dios, tuvo que vivir el sacrificio de su carne, sostenido por el gran derramamiento del espíritu sobre él, en cada oración; para poder soportar la persecución y señalamiento de los políticos y los ricos de la sociedad de su tiempo.

En el libro de San Lucas dice: si tuvieras fe como un grano de mostaza: desarráigate y plántate en el mar, y te obedecerá, porque Jesús enseñaba con amor a sacar la fe en cada quien para cultivar su vida: porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla, y al que llama, se le abrirá. No obstante, las enseñanzas que nos dejó Jesús, "Dios parece ser la mayor ausencia en el mundo", sigue igual el mundo como en los tiempos de Jesús, el rebelde es señalado y perseguido; pero a fin de cuentas el maestro Jesús, dejó dicho que la felicidad es algo que siempre está allí. El hombre está lleno de felicidad, la felicidad es el material de que está hecha la existencia. Tu felicidad depende de alguna cosa externa. Cuando tienes éxito, te sientes feliz. Cuando fracasas, te sientes infeliz. Tu felicidad y tu infelicidad han sido producidas por lo externo. La verdad es tuya y tienes que vivirla, experimentarla, no conocerla, para experimentarla tienes que pasar por un reaprendizaje, o sea tendrás que hacer limpieza en tu mente. El infierno, no está allá arriba, ni abajo; está en tu periferia, en lo externo, y el cielo está en tu centro, en tu interior: Es tu espíritu, es Dios.

Por eso Jesús vivió la vida intensamente, su vida es grande por eso su muerte es grande, la muerte de cualquier ser humano es la culminación de su vida. El hombre real es rebelde, porque vive su vida, no sigue las reglas sociales de su tiempo, piensa para sí mismo, lo que le conviene, y si es así, entonces ayuda a los demás a ser grandes, al impregnarlos de sus enseñanzas no eres egoísta. Un hombre rebelde no le da importancia a lo respetabilidad, vive su vida naturalmente, no le importa lo que la sociedad dice o no dice. La sociedad te acepta, encajas en ella porque no la criticas, eres auténtico para ella, pero en este caso no eres auténtico para la verdad de la existencia, por eso Jesús fue crucificado, porque fue un hombre rebelde, que vino a predicar la verdad, su mismo pueblo lo crucificó, siempre es así, es en esta forma que la persona rebelde cuando muere, la sociedad lo acepta, lo corona, lo vuelve emblema, le rinde homenaje, porque muerto ya no les hace daño a una sociedad comodina, un Jesús muerto ya no es rebelde, ya no escucharán decir de sus labios que es el rey de los judíos, Jesús tuvo una vida grande, por eso su muerte es grande. Él nos enseñó que Dios está siempre con nosotros, no estamos solos, siempre se puede hablar con Dios, hacer tu oración en un rincón de la casa, al pie del río, en el camino soleado, en una iglesia o templo, Jesús nos enseñó que no hay regla para ello, y la oración nos hará más humildes y menos ostentosos, pero no lo entendimos, nunca lo comprendimos, por eso esperamos su regreso.