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 VÍCTOR BRAVO AHUJA

Dr. Víctor Bravo Ahuja, un impulsor de la educación en México.
Foto(s): Cortesía
Antonio Ávila Galán

Se forman las plantas por el cultivo

y los hombres mediante la educación

(Juan Jacobo Rousseau)

El 20 de febrero de 1918, nace en la villa de Tuxtepec, Víctor Bravo Ahuja; pilar importante en la educación de nuestro país. Hijo de Rodrigo Bravo Monsalve, y de Carmen Ahuja Bourgeard, cursó los primeros cuatro años de su educación primaria en la escuela Francisco I. Madero de su pueblo natal, y por recomendación de un maestro a sus padres; hizo sus dos últimos años de primaria en la escuela Herminio días de la ciudad de Orizaba. Después el joven Víctor se fue a la ciudad de México y estudió la primaria superior en dos años, que posteriormente se transformó en escuela secundaria, la llamada primaria superior.

Realizó sus estudios en el Instituto Politécnico en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica. Hizo cursos especiales en la escuela militar de aviación y estudios de postgrado en el Instituto Tecnológico de California y en Michigan Estados Unidos. Además recibe condecoraciones y distinciones a nivel nacional y en el extranjero, teniendo una larga historia académica, que lo hacen merecedor de diversos cargos públicos, pues desde 1946 hasta 1949 fue director de la escuela de Ingeniería del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. En 1958 fue designado por el presidente de la República, Adolfo López Mateos, para ocupar el cargo de Subsecretario de Enseñanza Técnica y Superior de la Secretaría de Educación Pública. 

En el año de 1968, el doctor Víctor Bravo Ahuja fue electo gobernador Constitucional del Estado de Oaxaca. Este tuxtepecano desde muy joven estuvo en contacto con los diversos grupos autóctonos del estado y desde entonces sintió una honda preocupación por la situación económica y cultural de su pueblo. Como gobernante visitó todas las regiones del Estado y mantuvo un diálogo directo con el pueblo. Llevó a cabo importantes obras de infraestructura, para acelerar el desarrollo de la entidad, elevando sus niveles socioculturales y económicos. Durante su gestión como gobernador se electrificaron 428 poblaciones de su estado y quedaron aseguradas otras 400 y en el plano educativo se construyeron 1373 aulas para atender los diferentes niveles educativos.

En el periodo de Luis Echeverría Álvarez de 1970- 1976 fue nombrado secretario de educación publica, quien dio a nuestro país México un gran desarrollo educativo técnico de gran trascendencia.

El pensamiento del tuxtepecano Víctor Bravo Ahuja, es muy apegado a exaltar el espíritu humilde y de gran voluntad de su pueblo, como él mismo testimoniaba: “Un pueblo con grandes carencias, por falta de desarrollo que aún subsiste en mi interior, lo cual viví en la infancia y queda enmarcado dentro de un mundo de carencias y que la única manera de tener un desarrollo de tal índole, es con el dolor de abandonar mi pueblo para buscar otros horizontes y prepararme mejor, para después venir a servirle”. Este es el pensamiento, sin duda, de un joven tenaz y humanamente espiritual como lo fue Bravo Ahuja.

A Bravo Ahuja le toca realizar la estructuración y desarrollo de la educación en México.

Es el tiempo perenne en el tiempo, es la vida la que consiste en el presente. Vivir el momento es la presencia existencial de la memoria de los verdaderos hombres de bien. Nuestro personaje fue un hombre de bien, con voluntad de ser y servir por el amor a su tierra que lo ve nacer y a la que regresa constantemente a impregnarse con los vientos del Papaloapan. Él nos dejó una ejemplar enseñanza que hace resurgir al ser espiritual en todo su esplendor sin esperar una buena respuesta, no como pago, sino como un signo de responsabilidad; he ahí la humildad y grandeza de un hombre de valor.

Ante todo esto viene a bien rememorar los versos del poeta Huidobro: Yo poseo la llave de otoño/ mi pecho está lleno de alas amarillas/ y lloraré una tarde todos los arroyos.

La obra de un hombre trasciende, aun cuando haya partido, tiende a dejar este magno terreno lleno de sorpresas pero también deja sus aciertos para mejores ocasiones. Todo está entendido, es un tesoro visto también con el corazón, como grano de mostaza en la fe del destino, como bien se forja un hombre; Víctor Bravo Ahuja se ilusionó en sus sueños, pero estos fueron victoriosos; persiguió lo que amó, y oyó como buena memoria lo que le mostró su destino y eso tomó; forjó algo y pudo trascender más allá de las delicadas fronteras donde todo es posible, cuando la dedicación y voluntad de ser, enciende toda una fortaleza.