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La crónica y otras vivencias

Historia de Tuxtepec
Foto(s): Cortesía
Antonio Ávila Galán

Bajo la sombras y otras vivencias. En el hombre no todo es recuerdo; es también vivencia, soledad que se extravía, obra bajo un sol que nace en los ojos del viento, es feroz destino, nube ensangrentada, es negra santa protagonista y amante de su pueblo; grito del alma de la verticalidad que desfallece.

Por eso los recuerdos en los viejos rememoran los altos y bajos de la vida, es como una danza que se les manifiesta allí dentro en la conciencia de ser.

Su cuerpo danza y se regocija en un encuentro consigo mismo, y parece reunirse con lo eterno en esas tardes calurosas de su pueblo donde conviven juntos: viejos, antiguos amigos cuya ocasión apenas les dio tiempo de conocerse, en esta inimaginable época el hombre en esa danza interior, es capaz de liberar sombras de emociones en la concordancia de arrepentimientos y culpas de ser nada en lo eterno.

Qué crónica es esa de pensar en los hechos vividos, hechos como agua en una tinaja, que hoy nos ahogan o nos lavan de pecados; ellos musitan para sí, sombras-vivencias de personajes que hoy reviven el acontecer de aventuras rumoradas en el espacio del horizonte, y  pringan a las nuevas generaciones para que el sublime muro de la inconciencia (que nos ha caracterizado a los jóvenes de antaño), se haga a un lado y deje lugar a las palabras en voces nuevas y sean únicas en las distancias infinitas del universo de la comunidad; tan rica en su expresión del habla cotidiana; que no queremos se pierda dicha expresión, y se convierta en gritos de dolor por la exigencia de una nueva humanidad en los últimos tiempos. 

Amanece un día cualquiera, y por el pueblo que nos vio nacer o al cual llegamos a visitar alguna vez; nos arrastramos entre el universo de aroma de un río que nos enamora, que nos hace suyo; donde la frivolidad se vuelven serias palabras en la crónica que se reinventa, en todo espacio de calles, jardines, recuerdos y personajes diversos.

Nos volvemos protagonistas de un verdadero parentesco en el espacio ritual de la vivencia diaria. De ahí nacen las historias de personajes; de maestros jaraneros, música de rondalla, de bailes tropicales el fin de semana, de panaderos, casas de citas, ruleteros; es decir nos llenamos los moradores del pueblo, de amaneceres entre el rocío magnánimo de las piedras de playa.

Párpados del horizonte cuyos paisajes nos mueven y llenan de poesía; nos condenan al delirio, nos escapan del hambre, nos inundan de explosivas alegrías. Linaje espiritual de ser siempre amorosos como tuxtepecanos y cuenqueños.

En la plática cotidiana nos rociamos de palabras que todo lo expresan en un mundo lleno de casos, cosas y castigos; en un mundo que se viste de papel y vuelve al pecado fruto de fantasía.

Esta es la historia que nos baña de extendido insomnio en el mirar del pasado, en la monotonía anónima del recuerdo, por mi parte, escucho en el espacio de la calle que me ve venir, otro espacio que me mira, otro rostro parecido al mío, otra página del día que me grita al oído y desnuda raíces, opaca al silencio de mis recuerdos.

En cada sombra navegable en el latido íntimo de mí ser; espero el poema de las vivencias que me invite a enamorarme de mi pueblo: Todo es agua que se desvanece en cualquier mirada. Todo es regocijo cuando miro pasear a mi amada por el río, todo es alegría de niños jugando al ritmo de la tarde. Al fin el quehacer magnánimo del universo nos envuelve.