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El poeta de las mentiras

En el margen izquierdo de la imagen, se ubica Encarnación Lavalle Barragán con su megáfono, era conocido como El pregonero o El mentiroso, en Tuxtepec.
Foto(s): Cortesía
Antonio Ávila Galán

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en la peluquería de Joaquín moreno

el mejor peluquero de Tuxtepec.

Recorriendo las calles del pueblo el poeta de las mentiras sigue la órbita filantrópica de las horas, soñador y caminante, abre caminos, fabricando ideas que sólo él puede concebir. 

Caminar y caminar, profesión inequívoca del que lleva en su alma la misión silenciosa del heraldo, del mensajero que recoge anuncios comerciales, para diseminarlos como confeti de colores, a lo largo de una ciudad que espera despertar en cualquier instante, a los inagotables gritos del mentiroso. 

“¡Ah, mentirosón! ¡Hola, mi mentiroso! ¡Aquí nomás, diciendo mentiras!”

Por las principales avenidas, a ritmo de buen cubero, éste singular personaje arranca con su voz potente, las notas musicales del día: “Yo soy un mar de mentiras, el único cantor del testimonio de mi pueblo, por eso las mentiras que riego en la primavera adormecida son incienso que se impregna a las flores de la mañana, y vuela en los altivos colores de las mariposas del Papaloapan”. 

Parecía el Mentiroso, circunscribir su mensaje interior para él solamente, pero la fantasía salpicaba a todos: “Más barato que Peruchín nadie, por eso es el preferido de la ciudad y de la región entera, visítelo y podrá darse cuenta de la variedad de productos para su hogar, para usted señora ama de casa: jabón octagón, tractolina para la hornilla, yute para el catre descompuesto; todo lo que usted quiera y necesite lo encontrará en su tienda favorita, Peruchín, allí nada más en Independencia; el mentiroso los invita”.

“¡El Alacrán!, ¡ah, el mentirosón!, visite El Alacrán, la tradición de los bares de Tuxtepec, allí lo estará esperando el amigo Genaro Solís y su incomparable rifa del pollo caliente. 

“¡Entérese de las noticias más frescas e interesantes de la región, compre La Acción, el decano del periodismo en Tuxtepec! El Mentiroso invita. Para que este sabadito alegre vaya a saborear unas buenas y sabrosas botanas en el bar Serrucho, con el buen amigo Ezequiel Rendón, quien los recibirá como ustedes se merecen”. 

A todo pulmón Encarnación Lavalle Barragán, el Mentiroso, paseaba por las interminables calles de Tuxtepec, invitando a la ciudadanía a visitar las tiendas anunciadas por él. Personaje agradable que con una bocina de latón, emergía mensajero, dando las buenas nuevas al pueblo, saludando a diestra y siniestra con un aparato-bocina, como trompeta marcial, que se le ladeaba en su cuerpo moreno. 

El Mentiroso. El pueblo bautiza este personaje de la ciudad, porque lo quiere, lo admira y, desde luego, a Encarnación le agrada que lo llamen así. Con su natural don dicharachero, él mismo coreaba su nombre jugando entre las sílabas de sus frases: “Yo soy el Mentiroso, porque puras mentiras hablo, y formo cada día que pasa montañitas de mentiras en el Barrio Arriba y montañitas de mentiras en el Barrio Abajo”. 

Los nombres de las tiendas, bares, peluquerías, almacenes, abarrotes y periódicos, eran anunciados por la voz del Mentiroso, la primera de locutor que conoció Tuxtepec. 

Su esposa, María Sánchez Rodríguez, recuerda alegre esos años que convivió al lado de Encarnación Lavalle Barragán, quien nació en Cosamaloapan Veracruz, el 08 de diciembre de 1898, “aunque yo soy del santuario”, así comenta y enmienda, anotando que su esposo caminaba por las calles del pueblo anunciando las tiendas más conocidas como la de don Próspero Arellano, la de Lauro Martínez El Parián, la de don Mancho Enríquez, la 5 de Mayo, la de don Pedro Alonso y los bares más populares de su época.

Chon, así le llamaban de cariño sus hijos, era un hombre fuerte y trabajador, vendía los periódicos La Acción de don Sixto García, y Ecos del Papaloapan, de don Luis Corzo que tenía ubicada su oficina en contra esquina del parque Hidalgo. Aprovechando la simpatía y disponibilidad que como voceador tenía, un comerciante en verduras de Orizaba lo invitaba los fines de semana, para llevarlo a anunciar a Cosamaloapan, Loma Bonita y Valle Nacional. 

Encarnación y su esposa María, se dieron a la tarea de procrear varios hijos: Gerardo, Marcelo, Feliciano, Concha, Margarita y Silvia; tiempos muy buenos aquellos, cuando aún no había televisión. 

“Yo me llamo Mentiroso, porque digo puras mentiras cuando anuncio”. Hombre trabajador, con voz heroica y con su bocina de latón hacía broma de su sobrenombre. Encarnación se encarnó en la vida diaria del tuxtepecano, quien, desde la cocina o sala de su casa, a unas cuadras oía la voz del mentiroso pregonando los mejores precios de las tiendas de Tuxtepec. 

Siempre accesible, animado y trabajador, se le veía de pronto con su carretilla llevando la olla de Constantino el tamalero, quien vivía en la calle Mutualismo en el Barrio Abajo. Para el medio día, un carrito con raspados “Suspiros Nylon, patrióticos”. Y arriando su carrito de raspados, bocina a un lado, en ocasiones lo acompañaba alguno de sus hijos –todavía pequeños-, se internaba por las calles en cualquier colonia, como la de Los Cargadores, El Chamizal, El Ejido, La Piragua, El Castillo; gritando los precios y ofertas del comercio, vendiendo el periódico y quinteando los “Suspiros Nylon”. 

Peregrinando va el Mentiroso, sonriendo y entonando versos, esparciendo mentiras por todo Tuxtepec.

 

“Suspiro que al viento doy

remedio que no consigo 

a cada paso que voy 

quisiera verme contigo”.

“¡Adentro mentiroso!”, “¡Ah mentirosón!”, la gente del pueblo motivaba y aplaudía esa manera de hacer las cosas. Cantando versos de su inspiración, el poeta de las mentiras enseñaba su amor por la vida desde el amanecer, con su carisma de cosamaloapeño, porque el Mentiroso a su paso por avenidas y calles de la ciudad, no sólo anunciaba casas comerciales que le pagaban por hacerlo, pues era para él un rito pasar frente a algún negocio y gratis, de buen agrado, lanzar notas al aire: 

“¡Venga, mentirosón y compre los sabrosos tamales domingueros de Joel y Ambrosio Sánchez, los Topiles!” 

“¡Pase usted a rasurarse gratis en la peluquería de Joaquín Moreno!” 

“¡Aguardiente de caña, el Rucurrucu, haga cola y pida el suyo, sólo para cuatro cuadras, o para el porrazo en el mismo lugar!” 

“¡Para buen mezcal del meritito Oaxaca, no le busque más; venga aquí con el tío Tom, que le va a regalar su almanaque!” 

“¡Para garnachas y empanadas, vaya usted con Canica, en el parquecito Hidalgo, del barrio de La Piragua, y más adelante Patatuchi el baratero del barrio. El Mentiroso invita!” 

Encarnación Lavalle Barragán, el Mentiroso, el romancero mentirosón, el Chon para su familia, el poeta de las calles y callejones de Tuxtepec, que, a su paso por los caminos de la ciudad, dejó mentiras piadosas y alegría sana. Nostalgia de un bohemio, jefe de familia responsable y buen amigo; por las tardes descansaba en su hogar al lado de su esposa e hijos, en confortable hamaca de teca, en su barrio querido atrás del panteón; jala su guitarra, toca, jaranea y chancea, con tres cervezas a cuestas, evoca las cuitas del día:

“Suspiros que al viento doy 

remedio que no consigo 

a cada paso que voy 

quisiera verme contigo”.