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Los helechos, fósiles vivientes

Foto(s): Cortesía
Lorena Jiménez Salomón

Reminiscentes de un pasado de millones de años, los helechos arborescentes; guardianes del bosque de niebla pueden llegar a medir hasta veinte metros de altura. Durante su auge en el periodo Jurásico, estas plantas sirvieron de alimento a dinosaurios y otros animales prehistóricos, a pesar de lograr sintetizar complejas sustancias orgánicas secundarias de mal sabor e incluso venenosas, que les permitieron prosperar en los ecosistemas.

Al contrario de muchos árboles tropicales, los helechos pertenecen al grupo de plantas sin flor y para reproducirse usan millones de esporas. Si te fijas con atención en el envés de las hojas podrás descubrir pequeños puntos negros, estos se llaman soros y son sacos que contienen entre 500 mil y un millón de esporas... ¡cada uno! Para esparcir las esporas en el bosque, los helechos tienen un ingenioso mecanismo: los soros están rodeados por una hilera de una docena de células especializadas, el anillo. Cuando estas células se deshidratan provocan un cambio drástico en la curvatura de la hoja, que libera su contenido de forma brusca como una catapulta que lanza millones y millones de esporas.

Los helechos arborescentes son de gran importancia biológica, pues son indicadores importantes de la salud de un ecosistema; sin embargo, desde hace unos años, estas plantas son taladas para usar el tronco como ornamento de orquídeas y otras plantas. Como toda acción ecocida, esta es lamentable pues los helechos son plantas que crecen con mucha lentitud, a razón de dos centímetros por año. La próxima vez que veas estas “macetas” fibrosas recuerda NO comprarlas pues los helechos son especies amenazadas y su comercio no regulado es ilegal; mejor disfruta el espectáculo de verlos dentro de su ecosistema.

En Oaxaca tenemos bosques de niebla, donde te sentirás como dinosaurio caminando entre helechos.