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Familias de Oaxaca sufren desigualdad en acceso y costo del agua

Foto(s): Cortesía
Lorena Jiménez Salomón

Aún cuando el acceso al agua es un derecho humano que debería de estar garantizado para toda la población, las familias en Oaxaca viven grandes desigualdades en distribución y costo.

Mientras que en las viviendas en donde no hay regaderas ni sanitarios y el uso del agua es extremadamente limitado, el pago bimestral por el vital líquido absorbe hasta un diez por ciento del ingreso familiar y resulta ser incluso más alto que lo que se paga en donde hay una conexión a red pública.

Juan Reyes, de oficio jardinero vive en el límite de la capital del estado.

Hace más de 20 años que se asentó cerca de Viguera y desde que llegó a ese punto no cuenta con agua entubada, su fuente de suministro es la compra de pipa de agua a la que destina 240 pesos al mes por una de 2 mil 500 litros, es decir a razón de poco más de diez pesos el litro.

Para una familia integrada por tres personas adultas, es apenas lo suficiente para desempeñar sus labores básicas de aseo personal y de vivienda.

Racionando el vital líquido el agua que usan para lavar ropa sirve también para el inodoro y regar las plantas.

El baño es diario a jicarazos con cantidad medida.

“Hemos vivido así durante los últimos 20 años, esto es una vergüenza para las autoridades que siempre hacen promesas y no cumplen. ¿Dónde está el progreso? Existe para unos cuantos, pero a la mayoría nos dejan fuera”, expuso.

Si se compara con una vivienda ubicada en el casco de la capital en donde se cuenta con agua entubada y además cisterna para almacenamiento, tanto el costo como la disposición resulta abismal, ya que, de acuerdo con SAPAO, después de Tabasco, la capital tiene la tarifa más baja del país.

En ciudades como Monterrey, Nuevo León, el usuario del agua potable de consumo doméstico paga 250 pesos por cada metro cúbico, pero aquí solo se pagan 54 pesos hasta por 20 metros cúbicos.

El 28 de julio de 2010, a través de la Resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos.