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Tu eres, tus palabras

Foto(s): Cortesía
Antonio Ávila Galán

Me gusta la vida porque es generosa, es dádiva de recreo para aquel que cree en ella.

Si la vida fuera enferma de odio, nos las pasaríamos tirados en cama, revolcándonos en nuestro propio lodo.

De la vida nace la sabiduría: yo ahorro mis palabras para encontrarlas al final del silencio, y esto es mejor que condenar a los demás hablando.

Te tengo respeto a ti, me tengo respeto a mí, mejor hago esto cuando de mi boca no sale ningún azote.

Hoy tengo ganas de verter palabras miles que lleven incienso y honor y lo quiero hacer, porqué no hacerlo, si el principio de todo principio es lazo eterno para la cubierta del alma.

Cualquiera que sea el asunto a que te dedicaras, siempre es bueno enjuagarse los labios con la bendición de un corazón alegre, para el regocijo de la ocasión, a la hora que sea esto o aquello, es bueno que se descubra en las aguas profundas de la fuente de la sabiduría.

De las propias palabras, emanan fuentes de energía y el hombre en su mayor caso lo ignora, por eso a diario se condena, se ningunea, se mete en un sin numero de hoyos sin salida; por eso en la dichosa ignorancia crea sus propias enfermedades, sus desgracias, su desesperado destino, su desatino y desafío. Las palabras reflejan los actos de los hombres, lo vemos en la calle, en el trabajo, en el campo de juego, en diversos actos y hasta en sus sueños. Es demasiado fácil, determinar cómo es la persona o ha sido a lo largo de su vida, según las palabras salidas de sus labios, palabras que en lo más profundo emanan de su corazón, y se vuelven azote para cualquier blanco: por tus palabras conocerás el fruto del cual vienes. Las palabras te elevan o te condenan, se retratan en tu subconsciente y eso eres, eres tus palabras porque éstas enmarcan tus actos, pero más bien se reconocen las palabras y su energía misteriosa, cuando caes enfermo, cuando caes en desgracia, cuando te ves abandonado a tu suerte, porque al revisar tu historia seguro a diario has tenido poca compasión de ti y de los tuyos y has dicho puras palabras de desgracia, de enajenación, de podredumbre; según tus palabras son tus pensamientos y eso eres tú; de tu corazón sano o tu corazón enfermo, son tus actos que guardan su camino.

Porqué los adultos no sonríen, se pregunta un niño; sencillamente porque las gentes grandes perdieron la capacidad de ser niños.

Ante esto te puedo decir: sonríe diez segundos cada hora y encontrarás salud todo un día.

La risa trae certeza de estar más sanos, estimula el regocijo y las buenas vibraciones, y trae sin duda sanas palabras a tus labios.

El buen humor y la risa, es un encuentro espiritual con Dios.

Dicen los estudiosos al respecto: “un espíritu deprimido seca los huesos”. Esa sabiduría viene de la biblia. Así tenemos el siguiente versículo: 

“El corazón alegre constituye buen remedio;

Más un espíritu triste seca los huesos”. Proverbio 17:22 

Sin embargo, para que lo sepas y enmiendes tus palabras y tus pensamientos, para aquellos corajudos, enojones, rostros enjutos, seños fruncidos, ojos de toro loco, y demás emociones malas, que hasta se enorgullecen de ello; se tiene, que diez minutos de coraje, o enojo, libera adrenalina de las glándulas suprarrenales y este veneno, se revuelve en la sangre y demora en normalizarse dicho líquido, hasta tres o cuatro días;  luego no digas, porque traes dolencia por todos lados, dolores de espalda, de cabeza etc., si te la pasas todo el tiempo, “como gallito de pelea” a ver con quién te desquitas, quién te mira mal, a ver quién te las paga…

Y sobre todo con tus palabras, enardecido o enardecida, te la pasas injuriando a todo el mundo. Poblando con ellas  el bonito panorama de un día despejado; o sea las palabras, sobre todo – las malas palabras- vuelan como dardos, chocan en el aire, asesinan a medio mundo, cunden patios, calles y callejones y sólo aquel que para tal contienda se haya preparado, muy bien preparado; no le harán nada las malditas palabras que salen de los labios de un corazón envenenado. 

Diez minutos de enojo y odio, ahí está el derrame de adrenalina por toda tu sangre para tres o cuatro días de envenenamiento.

Por último se puede agregar; que es bueno vivir la vida, una vida plena pregonando desde que amanece palabras positivas, porque una palabra positiva y optimista nace en el centro de tu interior. 

Es necesario tener en cuenta que hay palabras que escuchamos a diario en las calles de la ciudad, en el trabajo, en el hogar; que son como piedras verbales, que quienes las pronuncian a veces lo hacen inconscientemente; pero estas palabras hacen daño y por lo mismo atormentan la existencia.

Por lo tanto es necesario poner atención en las palabras que pronunciamos; en lo que pensamos constantemente, pues según las palabras que hablamos es lo que somos en la vida.