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Mi árbol misterioso de pochota

Foto(s): Cortesía
Antonio Ávila Galán

El árbol de nacastle o huanacastle no florea, tira una pieza como castañuela, eso nos indica el señor Javier quien es vecino de la colonia La Esperanza y vive frente a la industria cervecera; y es ahí precisamente que enmedio de los dos carriles para la circulación de los vehículos, se encuentra un árbol de este tipo. El señor Javier calcula que tiene más de ciento cincuenta años de antigüedad. En la misma colonia, visitamos a don Juanito quien sin meditar mucho comentó al respecto, que ese árbol de guanacastle tiene entre ciento ochenta y doscientos años. Explica que este da una semilla como orejita o chicharroncito color café, de seis o siete centímetros de ancho y de quince a veinte centímetros de largo. Don Juan Avendaño (don Juanito), comenta que se dedicó al corte de árboles treinta y cinco años, -fui un sobresaliente obrero del corte de diferentes árboles-.

Aparte del árbol de huanacastle, actualmente todavía tenemos en la región el árbol de ceiba que da pochota; un algodoncillo como una manzana y este árbol florea en el mes de mayo, da una semilla como una ahuja pequeña. La gente la utilizaba antes para hacer almohadas por el algodón en que se convierte la semilla, pero este no sirve para ello.

En los viejos tiempos de Tuxtepec existían otros árboles como es el cedro, el roble, el rosadillo, el gateao galán que es un árbol macizo, el árbol de bálsamo, el de primavera y el cedro que dan madera blanda. Los árboles que son duros para sacar buenos muebles, es bálsamo, el gateao galán y el cosahuico.

Don Juanito cita que en la región hay tres clases de cedro, el blanco, el rojo y el caracolillo. Aquí en Tuxtepec existía el árbol de amargoso que es duro como la chingada, y el caracolillo que también peca por ser muy fuerte, este es un árbol amarrado que sirve para hacer sillones como los tlacotalpeños. Hay otro árbol que le llamaban el picho cuya madera es blanda, también queda para nombrar otros que se dan en la región como es el mango, naranja, el chicozapote que es buena madera, también el zapote mamey y el palo de castaño.

A la orilla del rio aquí en Tuxtepec todavía se da el sauce, y crece a buena altura, aunque no sirve para realizar algún utensilio, se conserva porque da vistosidad y cierta sombra al pie del río. También se tiene el árbol de nazareno que se da en el cerro principalmente, y aquí en el pueblo antes se podía presumir que, en los amplios patios de las casas, se tenía un árbol de almendro que da mucha sombra, al igual que un tamarindo, uno de mango y de guayaba; que daban una extensa y tupida sombra, y los patios era reunión de la familia por las tardes en los meses calurosos, para gozar de unos momentos llenos de reconfortable algarabía.

No se puede dejar de citar una planta cuyo fruto identifica al tuxtepecano y a los otros pueblos de la Cuenca, que se da a la orilla del río como es el plátano que alcanza de tres a siete metros de altura, y que se le ha llamado con buena razón el oro verde.

Volviendo al guanacaste, huanacastle, nacaste o nacastle, generalmente se le conoce a este árbol con estos distintos nombres, en el Norte de Veracruz se le nombra como orejón o bien orijuelo.

El guanacaste es el árbol nacional de Costa Rica y desde el 31 de agosto de 1959 se le identifica como símbolo de la provincia de Guanacaste. Viene de dos palabras del idioma náhuatl, que se descompone en árbol y oreja que es la forma de su fruto.

En el parque Juárez también existe todavía un guanacaste, este da mucha sombra y ha sido siempre abrigo para ciudadanos, enamorados, ha sido testigo fiel de muchas vivencias. Es un árbol ancho y largo, dichos árboles llegan a tener hasta cuatro metros de diámetro y de dieciséis a veintiocho metros de altura.

En Sebastopol camino a la fábrica de papel de Tuxtepec existen varios árboles de pochota, pero el que más sobresale es el que está sobre la carretera al pie de la vía del ferrocarril. Comenta Guadalupe Montalvo y Enrique Méndez Ronquillo, autoridades de la policía auxiliar de Sebastopol; que esta pochota al pie de la carretera, le decían sus padres y abuelos que tenía una antigüedad de ciento cincuenta años. 

El árbol de pochota o pochote, los biólogos lo conocen como ceiba; por mi parte, le llamo mi árbol misterioso, porque se vuelve el fruto un algodón volador. Es largo el fruto de hasta diecinueve centímetros. La pochota da unas semillas redonditas que por ser algodón vuelan y se alejan del árbol que les dio origen, a diferencia de los demás arboles de la madre naturaleza, cuyos frutos todos caen y quedan al pie de quien les dio vida –por eso yo les llamo a los frutos de la pochota, hijos ingratos-. Las semillas hechas algodón, se dispersan con ayuda del viento; su aliado es el viento, su compadre es el viento que las lleva lejos a otros lugares desconocidos… y se pierden.

Los familiares más famosos de la pochota es el árbol del que se obtiene la madera balsa y vemos que en el libro del principito se menciona Baobab (adansonia digitata).

La pochota se encuentra en selvas secas y semihúmedas de nuestro país. Los estudiosos han encontrado pochota en diferentes estados como es Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Chiapas, Morelos, Puebla, Yucatán, Campeche y Quintana Roo. 

Los árboles también dan vida y con su vida existimos y nos contagiamos de mejores innovaciones en la existencia. Vemos con gusto que el pueblo de Tuxtepec en los tiempos todavía de finales del siglo pasado, se podía ver información de lo que la generosa naturaleza nos compartía. La muestra lo presenciamos en los árboles de nacastle en los lugares citados, así como el también frondoso árbol de pochota que nos indica, la cultura natural en su creación y popular porque la vivió el pueblo. Con ello se enriqueció nuestro medio ambiente. De aquí nace el arte del buen recuerdo, de lo que las nuevas generaciones ya no encuentran esa vistosidad que antes era permanente y obligada; todo esto tan admirable, solo queda conocerla en el buen venir del discurso de la crónica. Discurso que da vida al pasado, lo vuelve romántico en el género de conservar una cultura, que nos hizo conscientes pobladores de una comunidad. 

Hoy vivimos grandes cambios, se han producido foros nuevos, pero esta nueva forma de vida, no será posible vivirla plenamente, si no somos capaces de dilucidar la muestra enriquecedora, de esa cultura tan natural que engrandeció a nuestra comunidad, apenas años anteriores.

Por lo mismo mi árbol misterioso se llama pochota. Pero mi árbol grandioso que soportaba nuestros gritos y juegos de infancia; es el nacastle del parque Juárez.  

 

ÁG.

27 de julio de 2020.