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Semana Santa

Cortesía Semanario El Mazateco
Foto(s): Cortesía
Lorena Jiménez Salomón

Antonio Ávila Galán

La ley natural manifiesta que el regocijo es buenamente sabia actitud del hombre que recrea su pensamiento en su corazón.

Pero en la actualidad los hombres, socialmente hablando, no asumen esa actitud de entrega, ni de humildad a la hora que es necesaria, y por ello se hace patente, convivir de acuerdo a las reglas sociales que ellas demandan.

Bien se dice que el periodo vacacional de Semana Santa, llamado la semana mayor, es a buen tono, un margen excelente para motivarse a “gozar la vida” y regocijarse amenamente, placenteramente, alocadamente, en cualquier playa o río, con todo y familia. Es el pretexto del buen mexicano, irse a broncear un poco el cuerpo y darle a este lo que pida; gozo sabroso y buena vida.

Lo bueno que la familia no va sola; pues jala con todo lo que encuentra a la mano: hermanos, primos y vecinos además hasta los animalitos; perros y gatos dejando solitario por unos días su hogar, para irse a acampar al mejor balneario.

Lo malo que esos miles de paseantes, al por mayor; no cuentan con la cultura del regocijo en el balneario o playa, y lo que hacen es tomar bebidas alcohólicas y las combinan con distintos alimentos; comen hasta reventar y luego luego el chapuzón concebido exponiéndose a sufrir accidentes.

Pero el encuentro familiar resulta siempre de lo mejor, pues al término de la semana mayor, regresan los vacacionistas a su hogar con unos kilitos de más en el cuerpo, aunque con el bolsillo casi vacío.

“Las aguas del bautismo cayeron como el rocío celestial sobre los hijos de los que no creían en Él” (El Mártir del Gólgota) Semana Santa, semana mayor, mucho regocijo, demasiado buen ambiente, gran algarabía, pero nada de lo que es, o lo que debería de ser, fiesta espiritual, arrobamiento, meditación, búsqueda de esa luz interior, algo que nos indique el camino de verdad por el cual se creó el periodo vacacional de Semana Santa. Cuántos templos hay en cada comunidad del país, cuántos millones somos y cuántos entramos a meditar a uno de ellos; sin embargo, cuántos entramos a una cantina a dejar el bendecido dinero, comunión de un honrado trabajo.

Y esto contrasta; en que un mínimo por ciento de cualquier comunidad; se refugian en una iglesia a realizar la oración diaria en esta semana sagrada vuelvo a decir, qué porciento de los habitantes de nuestra comunidad nos refugiamos en una iglesia o templo a hacer oración en esta semana sagrada, o simplemente a estar consigo mismo, en silencio en comunión con un ser superior.

“El cristianismo salvó a la sociedad de una ruina cierta, abrigó en su cariñoso seno los restos de la civilización y del arte” (El Mártir del Gólgota) Cabe a bien decir, que el cometer iniquidad o pecado es parte de la costumbre social del hombre y se regocija en ello; no se da cuenta que cada vez se aleja de su mundo espiritual y se impregna más de placer y no existe para él más que el pasatiempo materialista de un mundo exterior.

Y sucedió un día que Jesús enseñó a su pueblo lo que es el amor y dio amor. Y ese amor que sientes en el corazón, ese amor tuyo es el que te va a llevar arriba. Y Jesús hizo la entrada triunfal, iba adelante subiendo a Jerusalén y llegó al monte de los olivos y dejó la enseñanza:

“Levanta tus ojos y mira hacia los campos, ya que ellos están listos para que se levante la cosecha” (Pastor Emiliano, culto dominical).