Pasar al contenido principal
x

Música tradicional, símbolo de vida en Tlalixtac

Los músicos elaboran sus propios instrumentos, la tambora y la flauta de carrizo.
Foto(s): Cortesía
Lorena Jiménez Salomón

SANTA MARÍA TLALIXTAC, OAXACA. - La música tradicional de carrizo y la tambora forma parte del simbolismo de la vida de los indígenas cuicatecos de éste municipio que se ubica en la región de la cañada y desde tiempo inmemorable unas cuantas personas que se han interesado por ésta manifestación musical.

En la actualidad sólo hay cuatro personas de entre 30 y 50 años y un joven de 22 años que tocan las 14 o 16 piezas de la música tradicional de carrizo del pueblo cuicateco para cada ocasión y que tiene una representación especial y de respeto entre la misma población.

La música en las festividades

Dentro de las melodías líricas de la música tradicional cuicateca, se encuentran el Tequio se interpreta en el momento que la autoridad municipal convoca para el desarrollo de las diversas actividades comunitarias y el Tequio Religioso para labores de la iglesia.

También incluyen temas como; Entrega de recurso a la mayordomía, El Torito para una festividad tradicional, Labrada de Cera, Cambio de autoridad, Nueva Autoridad, Virginia para el carnaval, Castigo de robo, Vaquero para rituales y Pedimentos, Entrega de Velas, Anuncio de Asamblea, Procesión, Cofradía de Cera, Toma de posesión y Sagrados Alimentos, entre otras piezas representativas con significado para el pueblo cuicateco.   

Lo anterior fue revelado por el joven, Diego Martínez Robles de 22 años de edad, quien desde los 8 años inició por su amor e inclinación a la música tradicional de tierra natal y que ve con tristeza que la nueva generación está dejando de lado su cultura y su identidad como cuicateco.
Sin embargo; tiene la esperanza de formar un equipo de niños y jóvenes para enseñarles las prácticas de ésta manifestación musical ya que actualmente los que tocan la flauta de carrizo, son Genaro Mejía Zaragoza, Teodoro Mejía Calleja y Esteban Castro Morales.

Con relación a los ejecutantes de la Tambora están, Benito Peláez Palacios, Teodoro Vallarta Zaragoza, Aureliano Salvador, Sixto Vallarta y Raúl Vallarta Núñez, aunque de las personas que elaboran la tambora solo sobreviven Gregorio Zúñiga Palacios y Valente Zaragoza.

De acuerdo con Raúl Vallarta Núñez, las tamboras que acompañan a la flauta en la música tradicional, son pertenencias de la iglesia y de una capilla, no son de propiedad personal o familiar y en el municipio solo existen dos y cada vez que se ocupa se pide permiso para su uso.

Artesanos y músicos 

La tambora se elabora con un tronco del árbol de Coyol y su proceso consiste en remojarlo durante 15 días para que se ablande y luego se saca el corazón para que haya hueco, lo que va a permitir su resonancia al tapar los dos huecos con cuero curtido de Mazate y se refuerza con pita de ixtle, listo para su ejecución.

En lo que se refiere a la flauta de carrizo, también se elabora en la misma población en un lapso de tres días por las noches según la creencia ancestral para garantizar la perfección de su sonido, sostiene el joven Diego Martínez Robles, quien además de investigar el origen de la música, construye su propio instrumento en éste caso la Flauta de Carrizo.

El carrizo se corta en luna llena para que la madera dure más, se seca durante tres días, para que al momento de agujerarlo no se comprime, luego se toma la medida del dedo meñique o pequeño en la boquilla, después con el dedo pulgar o gordo se mide la separación de seis agujeros al carrizo mediante un alambrón caliente al rojo vivo.

Posteriormente se ajusta y se centra bien un pedazo de caña en la boquilla bien reforzado para buscar los sonidos de cada agujero y así afinarlo bien, ya terminado el instrumento se remoja toda una noche con aguardiente y listo para su ejecución, explica Martínez Robles.

Una leyenda da vida a la tradición musical 

Según la leyenda de los ancestros cuicatecos, la música tradicional cuicateca con flauta de carrizo, surge a raíz de unos cantos que vibraban con resonancias en un árbol de Haya que se encontraba en Río Seco o Blanco, entre las colindancias de las comunidades que hoy en día se conocen como San Andrés Teotilalpam, Santa Cruz, San Pedro Teutila y Santa María Tlalixtac.

Los narradores cuicatecos cuentan que había un joven que tenía una novia en Teutila y cada vez que viajaba, descansaba siempre bajo el árbol de haya para tomar agua del río y siempre escuchaba unas piezas musicales que salía del árbol, por lo que después de unos años dio parte a los ancianos y a la autoridad del pueblo de lo que sonaba en el árbol.

Luego los ancianos y la autoridad, acordaron avisar a sus homólogos de las comunidades cercanas para cortar el árbol y revelar lo que contenía en su interior, pero antes acordaron que el lado que caía, esa comunidad se quedaba con el objeto del árbol.

Cual fue la sorpresa, en el interior del árbol estaba una pequeña cruz y como cayó en el terreno de Santa Cruz, por eso, la comunidad se le quedó el nombre de Santa Cruz, municipio de San Andrés Teotilalpam, Oaxaca. 

Sin embargo, es importante destacar que para las comunidades indígenas, la música es un medio para preservar su cultura y su sabiduría, ya que al entonar melodías ancestrales, los pueblos indígenas se conectan entre generaciones y mantienen vivas sus enseñanzas, tal es el caso de los indígenas cuicatecos de Santa María Tlalixtac, con su música tradicional de Flauta de Carrizo con tambora.