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La libertad y la irrealidad del ser

Ser libertad
Foto(s): Cortesía
Antonio Ávila Galán

Qué vas hacer con lo que tienes 

De qué eres capaz.

AG.

El tiempo pasa, -no hay de otra-, pasa por la memoria de los hombres, pero en la conciencia queda colgada una gran manera de libertarse; uno mismo pasa con los demás: el tiempo, la libertad del tiempo, es el deber de ser libre, pero la sociedad nos somete a una libertad limitada, libertad espejeada y mal nacida.

Según los cánones sociales, se puede decir infinidad de cosas al respecto, como: obedecer a ciertas reglas, practicar ciertas ceremonias, ciertos rituales, se debe creer en tal o cual cosa; o sea nos condiciona a ciertas formas de pensamiento, a ciertas creencias; ahora bien; ser libre no significa que no debe dejar de lado alguna cosa especifica, la libertad implica un constante darse cuenta del pensamiento, de lo que pensamos, cómo lo hacemos; el pensamiento es la forma de vida que llevamos, pero si queremos saber a fondo como son nuestros pensamientos, debemos investigarnos profundamente, plenamente a nosotros mismos, con un necesario sentido de libertad, lo difícil de todo ello, es en qué forma llegar a estar conscientes de nosotros mismos.

Por lo que es bueno pensar un poco, saber el comportamiento de nuestras propias mentes, pero es nuestra irrealidad que jamás nos hemos mirado como somos en el interior, nos hemos penetrado en las profundidades de nosotros mismos sin calculo, jamás se ha emprendido ese viaje hacia nuestro interior, porque estamos atados a propósitos, a reglas, a tabúes, eso es que se manifiesta una proyección de la mente estrecha que tenemos, a la que hemos dado cabida desde la infancia, porque desde la infancia nos imponen un modelo de conducta mental, que nos niega en todo momento, somos seres del exterior y todo lo miramos en el exterior porque eso vale, eso cuesta, eso nos da vida y posición ante los demás, nunca miramos al interior, no sabemos mirar en él, observemos nuestra propia mente, y veremos que no la sabemos usar, solo para pensar cosas fuera de lo real, nos ata esa mente codiciosa, mal habida, creamos demonios con ella, buenos augurios, malos momentos, creamos el infierno, creamos pesares y enfermedades, pero nada de eso existe, es nuestra mente calenturienta que la ha creado, no existe la mala suerte, el mal momento, no existen los demonios, no existe el mal agüero, todo eso es creado por una mente encajonada, maniatada y tísica que como modelo nos han inculcado, ¿quiénes?, ya sabemos quienes lo han inculcado o inventado.

Si se está interesado en la libertad del individuo que eres tú o yo, o es cualquier ser humano, esto es difícil, porque ya se nos ha negado la individualidad, somos el producto de lo que comemos, de nuestro clima, de nuestras costumbres, de nuestras tradiciones y esto no es individualidad, es entonces que cuando descubrimos o empezamos a ser conscientes de ese movimiento invasor del medio y de la tradición, el cual convierte a la mente en una esclava, mientras acepte ciegamente el dictado de una tradición, de una cultura, de una sociedad sumida en el consumismo no podemos ser libres, porque seremos un producto de la sociedad, ya no somos individuos, negamos serlo. un ejemplo claro, cuando nos sentamos a ver diario una telenovela o un partido de fútbol, o el niño mira su serie favorita, a tal hora exactamente de tal o cual día; es decir, nos mediatizan a ser un producto, la libertad se sume al caos inherente de una cataplasma de quehaceres irreales, nada grato para nuestra salud mental y desde luego para la salud del cuerpo, el claro ejemplo es la pérdida de esa grata libertad muy propia en el individuo –a imagen y semejanza de un creador-, de allí, desde esa pérdida de libertad, se adquieren enfermedades, que hoy están de moda, y que sabemos cuáles son y no vale la pena mencionaras, todo por la terrible costumbre de comer lo que nos bombardean los medios televisivos, los colorantes, refrescos, comida chatarra, etc., la mente capta, ya no es ella, todo se vuelve emoción, y el hombre pierde y a perdido la capacidad de usar su mente –no sabemos usar la mente-, somos seres emocionales, las emociones nos bañan diario, día y noche; inventamos la mala suerte, inventamos la mala salud, inventamos el demonio, inventamos lo negativo, pero eso no existe, todo es invento, ni siquiera creatividad, es invento es sacado de la nada, de una mente desquiciada y mal programada, luego entonces, a dónde queda nuestra libertad de ser, de seguro guardada bajo el resquicio de un montón de fantasmas mentales; solo liberándote de ese parloteo de una mala creación, de todos los patrones impuestos desde tiempos idos, solo así podemos ser u poco más libres, más sanos, más nosotros mismos: qué piensas, qué eres, pero como lo piensas y en que clase de pensamientos navegas a diario, de ahí la grandiosa fórmula de la pérdida de la libertad, nuestra gran libertad.