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Identidad de Tuxtepec

Historia de Tuxtepec
Foto(s): Cortesía
Antonio Ávila Galán

La crónica es la memoria colectiva de un pueblo.

Nuestros antepasados y nuestros abuelos 

Son un baúl de sabiduría que hay que saber valorar.

A-G

De dónde venimos entonces; si la historia es crónica tenemos que contarla tal como es. Dicha historia nos hermana con los pueblos del sotavento; una extensa tradición que se reconoce y reconocemos. Se entiende que el llamado son jarocho nace “en una región sociocultural conocida como sotavento, situada principalmente en Veracruz pero además con significativas porciones de regiones de Tabasco y Oaxaca”, así lo afirma Alfredo Delgado Calderón en su libro, Historia, Cultura e Identidad. De los géneros musicales más definidos, el son jarocho es el que nos da la identidad que poseemos; aquí en Tuxtepec se conoce el fandango hacia el año de 1883: la jarana, el requinto y el arpa, son instrumentos que en armonía y con la voz llena de buenas décimas del ejecutor, hacen la delicia y ritmo del zapateado.

Los jaraneros somos los de siempre

viejos endiablados 

enamorando mariposas en el río.

Pesar y muerte

en la canción del alba.

En el entarimado se desempolvan las penas:

el balajú     el siquisirí     la petenera.

Delgado Calderón nos ofrece parte de la historia y ecos de una profunda investigación al respecto: “El sur de Veracruz es el espacio geográfico comprendido entre los ríos Papaloapan y Tonalá; al noroeste y sureste; limitando al norte con el golfo de México y al sur y oeste con los estados de Chiapas y Oaxaca”.

Cuenca del Papaloapan, Sinónimo de Sotavento

Cuando la conquista, existían varios señoríos en el sur de Veracruz; por ejemplo en la Cuenca del Papaloapan y ya dependientes de los aztecas estaban los de Tlacotalpan, Cosamaloapan, Tuxtepec, la Chinantla y los Tuxtlas.

En el códice Mendocino varios de estos señoríos, se registran entregando sus tributos en centros recaudadores como Tuxtepec, Cotaxtla y Huatusco. Lo que daban a manera de tributo eran mantas, algodón, cacao, huipiles, armas, insignias, bezotes de ámbar engastados en oro y gargantillas de jade. Se presumía que existían varias etnias, como los mixtecos y mazatecos ubicados en Playa Vicente y Cosamaloapan. 

Los ríos jugaban un papel importante, debido a que por esos canales abiertos, extraían la riqueza del sotavento, donde los ríos San Juan Tesechoacán, Tonto y Papaloapan, confluían en Cosamaloapan y Tlacotalpan. Sabemos que en Alvarado desembocan esos ríos, por lo que las riquezas sacadas de su lugar de origen eran llevadas a las enormes bodegas de Tlalixcoya, de allí las trasladaban al puerto de Veracruz y a la capital de la Nueva España.

Ya conocida la porción de nuestra región del Sotavento; es así que por el río Papaloapan llegaban productos como la vainilla, el ixtle y el algodón de los centros poblacionales de Usila, Ixcatlán y Ojitlán. No se quedaba atrás la explotación que sufrían los indígenas en las lagunas de sus comunidades, con la pesca abundante que beneficiaban directamente a los españoles, quienes se concentraban en Tlacotalpan y Alvarado.

Para Tuxtepec y la región de la Chinantla, la historia es la misma antes de la llegada de los españoles y después de ella; porque previo a la conquista, Moctezuma Ilhuilcamina venía a Tochtepec a recibir sus tributos de chinantecos y tuxtepecanos, además de otras regiones. Las pepitas de oro eran sacadas del río de Usila y del río de la comunidad tuxtepecana, y ya no se diga de la pesca que beneficiaba al rey azteca y a sus súbditos.

En el libro Ecos de la bamba, Randall Ch. Kohl S. comenta que según el investigador Daniel Sheehy, la primera referencia que encuentra sobre el Son jarocho es en 1766, relata que un barco europeo llegó al puerto de Veracruz después de haber pasado por Cuba; los pasajeros y marineros cubanos llevaban con ellos un Son titulado Chuchumbé, cuya letra y movimientos dancísticos causaron cierto escándalo en la sociedad religiosa de la época.                                                                                                     

Versos juzgados por la Inquisición, como los siguientes:

En la esquina está parado

un fraile en la merced 

con los hábitos alzados 

enseñando el chuchumbé.

Que te pongas bien

que te pongas mal

el chuchumbé

te e' de soplar.

Miguel Covarrubias en sus estudios al respecto afirma, que el huapango a pesar de su primitivismo aparente, es un descendiente directo de la antigua música andaluza, trasplantada a la selva por sus ejecutantes medio-indígenas y medio-negros. 

Las investigaciones indican que de España llegaron los conquistadores, los soldados y después los civiles que traían los fandangos, seguidillas, jarabes, peteneras y otros bailables peninsulares, que pronto se enraizaron en la Nueva España.

En los fandangos de Andalucía, se siente inmediatamente el parentesco con el Son jarocho que se hizo tan popular. Covarrubias también hace mención que entre los pueblos en conexión con el Son jarocho en esos tiempos y ahora; se enumeran a Alvarado, Tlacotalpan, Tlalixcoya y Tuxtepec.

Por último, el investigador Daniel Sheehy menciona algo interesante para comprender más nuestra identidad; es que la tradición de La Rama y el Son Naranjas y Limas, llegaron al puerto de Veracruz, originalmente de Puerto Rico y estos florecen en los pueblos de la Cuenca del Papaloapan, comprendiéndose desde Alvarado, Tuxtepec y los Tuxtlas.

Los jaraneros somos los de siempre

en la existencia 

la décima es un reptil

que se preña de peces.

 

El octosílabo flamea entre los árboles del parque 

cuando el fandango es gravedad extasiada:

sólo un sueño.

(Tomado del libro de crónica)

Hora de subirse a los recuerdos