Pasar al contenido principal
x

El amor y la amistad

Celebran la amistad
Foto(s): Cortesía
Antonio Ávila Galán

Al anochecer

la luna es eclipse

que se enamora en tus ojos

ÁG.

 

Dice la historia y así lo rememora, que un obispo llamado Valentín tenía la buena enmienda de desposar a parejas de cristianos a escondidas del emperador romano Marco Aurelio Flavio Claudio, fue un déspota emperador que realizó una fuerte persecución contra los cristianos de aquella época, el obispo Valentín, valiente y de armas tomar, no se amilanó por las amenazas del loco emperador, diciéndoles que si no renunciaba a su prácticas cristianas, lo condenaría a muerte, y un 14 de febrero como castigo a la desobediencia de la ley fue ejecutado, suponiéndose que el acontecimiento fue en el año 271, esto es un versión del día de San Valentín que se oficializa en el año de 1969; y en esa forma el calendario católico establece el 14 de febrero para recordar al obispo sacrificado, quien después fue santificado y es lo que hoy ya se celebra como el día de los enamorados, el día de la amistad, y todo se encumbra al regocijo sin igual para aprovechar la ocasión de gran manera: hay los ramos de rosas, los regalos diversos, las manifestaciones musicales, de abrazos, de apapachos, de lágrimas, traslucen la cándida vida, y dada la conmemoración, las cartas de amor, los poemas y pensamientos cruzan como saeta el cielo de los enamorados de la vida y el amor. Dice el poeta “no me hables de la flor, hazme sentir su aroma”, y algún otro exclama también coqueteando con la angustia: “Pequeña de amor, tú no lo sabes, tú no puedes saberlo todavía, no me mueve la voz, ni el ángel de tu boca fría”. Y conmemora en otro poema: “Boca de llanto, me llaman, tus pupilas negras, me reclaman. Tus labios sin ti me besan, puedes reír. Yo te dejo reír, aunque no puedas. 

Y se resiente la luz del poeta y en otro lapso y otro tiempo, medita para sí: “Tu cuerpo está a mi lado, fácil, dulce, callado. Tu cabeza en mi pecho se arrepiente con los ojos cerrados y yo te miro y fumo y acaricio tu pelo enamorado”. Y es que el amor es y significa la amada calma de dos que se quieren para sí, y se unen en un solo viento apergaminado, presuroso, oleaje de pasión, más allá de los ojos que los ven en esa sombra de entrega y misticismo.  

Lo es, el amor en la ataviada y fina luz, un ir y venir que lleva el sentido de un hallazgo que rara vez se encuentra, sólo en la fusión del amor, del recomenzar por sanear nuestros pensamientos, está el verdadero sueño de la existencia. 

 

Tanto se habla de amor, todos los días, a cada rato, cuánto lo ofrecemos, ¿a qué día del amor se refiere la historia cuando llega la fecha del 14 de febrero?, donde la mercadotecnia ya todo lo cambió, el costoso regalo, la chuchería, las flores sintéticas. El amor dicen los poetas, es aquel que florece solo, el que da siempre, no sólo un día del año, sino el que florece todos los días y en cualquier instante. Todo enamorado debe volverse auténtico para que florezca, y cuanto más auténtico se vuelva, se siente que se desprende algo de uno. 

 

Pero volvamos a los versos de algún poeta que dice: “De flotante fui colgando tus besos y ahora todas las noches repican con el viento”.  

 

Y con el vivir del juego ocioso de la noche se escribe el poema: 

“Mira amiga, la noche se encorva bajo los luceros, atrapad la luna, que se derrama”. 

Y al amor siempre se le canta, se le ronronea, se le regala una risa, un objeto que vibra en el corazón y es que el amor es amistad y calor y también pasaje anónimo, aunque no se sabe a dónde va a llevar. 

 

“Porque eres mía, porque no eres mía, porque te tengo y no porque te pienso, porque la noche está de ojos abiertos, porque la noche pasa y digo amor. 

Porque te miro y muero y peor que muero sino te miro amor, si no te miro”. Y el poeta Mario Benedetti clama al amor-amistad en este fragmento de poema: “compañera, usted sabe que puede contar conmigo, no hasta dos o hasta diez, sino contar conmigo, pero hagamos un trato, yo quisiera contar con usted, es tan lindo, saber que usted existe, uno se siente vivo, quiero decir contar aunque sea hasta dos, aunque sea hasta cinco, no ya para que acuda presurosa en mi auxilio, sino para saber a ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo. Y el poeta remata en otro poema: “si te quiero es porque sos, mi amor cómplice y todo, y en la calle codo a codo somos mucho más que dos”. 

 

Y efectivamente, en el amor se forma el enlace de cualquier fortaleza para la lucha diaria. Y para decir a todos feliz día de la amistad o día del amor, o del dichoso San Valentín, rememoremos al poeta Jaime Sabines cuando canta sus versos allí en la sierra chiapaneca: 

 

“Yo no lo sé de cierto pero lo supongo que una mujer y un hombre algún día se quieren 

se van quedando solos poco a poco…  todo se hace en silencio, como se hace la luz dentro del ojo. El amor une cuerpos en silencio se van llevando uno al otro (yo no lo sé de cierto pero lo supongo)”.  

 

El amor es la vida, belleza que es canción del alma. Unidad y fuerza en el quehacer de los que se aman y que sirven a los demás. Esto es una comunión inigualable de corazón abierto, de sanidad verdadera, de la corteza que envuelve al espíritu en la epidermis del tiempo, qué decir de la luz que da la vida; es más que belleza que ilumina todo el camino del recorrido. Es la belleza amable, la belleza amiga que anda a nuestro lado; nos lleva consigo, nos invade el alma, nos hace sus hijos y nosotros muchas veces no nos damos cuenta. Es la vida, la verdad de un todo, la verdad de una existencia efímera; existencia total y duradera en el cuerpo del espacio y el placer de dar y recibir, más el de dar, porque con ello nos reconocemos seres únicos, dotados de una melodía armoniosa: soberanía de la esencia del ser. 

 

¡Oh el amor!  

El amor es la vida, es existencia total y única, apego a nuestra voz interior; profunda canción que nos arrulla a la llegada de la primavera: esa eternidad nos regala la vida.