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Comunidades chinantecas y mazatecas

chinantecos
Foto(s): Cortesía
Antonio Ávila Galán

I

LAS CURANDERAS

Aquí en la región Chinanteca y Mazateca siempre se ha practicado la curandería y la brujería, pues a falta de doctores este medio se ha acostumbrado siempre. La gente acude a los centros de sanación a darse una rameada los días martes y viernes. Muchos visitan a su bruja o brujo preferido; éstos limpian con yerba, tallan con huevo, enseguida lo rompen en un medio vaso con agua y ahí sale la maldad que te hicieron. Se miran hilos en forma de palomitas y burbujas bailando de un lado a otro del recipiente; cuando éstos se aquietan de una vez por todas, la curandera te dice: “te están jodiendo hermanito, te traen a trote de caballo, hay mucha envidia a tu alrededor y malos aires, seguro quieren que desaparezcas de este solar. Ahorita te voy a leer las cartas para saber quién te tiene tanta tirria, se mira que es una mujer con la que tuviste amoríos y la dejaste por otra”. Esa oración se la dicen al hombre. 

Para la mujer también hay un diagnóstico: “fue tu comadre que te tiene harta envidia porque gozas de mejor posición que ella, tú comes pollo todos los días, ella pura tortilla con frijoles; pero no te preocupes, te voy a dar una buena contra para que se te alejen los males, y si tú quieres puedes devolverle la misma moneda, pero doble”. 

Las curanderas o curanderos se la saben de todas todas, no son doctores letrados, no saben la “o por lo redondo”, pero interpretan muy sabiamente las leyes de la naturaleza y quedan bien con todo mundo. Son seres espirituales, de los que muchas veces la gente habla mal y les tienen coraje, pero nadie se atreve a decirles algo de frente; seña que la profesión si da respeto.

II  

LAS EMBARAZADAS

Las embarazadas tienen la fama que les hacen mal de ojo a los niños. Pero el mal de ojo se cura con una buena rameada de albahaca o ruda, también tallando al chamaco esa misma persona con la ropa que usó un día anterior, sobre todo si es la ropa que llevaba debajo del vestido o huipil, pues como están sucias, llevan parte del espíritu de la persona que hizo el mal de ojo, con eso el chamaco espantado deja de llorar por dolor de cabeza y calentura. Dicen que cuando no se les cura de esa forma, hasta se mueren de tiricia los tristes mocosos. 

Las embarazadas son ave de mala güero, son ponzoñosas y tan venenosas que ninguna víbora les hace algo, éstas, cuando se topan con una mujer embarazada se atontan, se quedan sumiditas y tristes, hasta las pueden agarrar y matar ahí mismo. Las embrazadas representan la vida, pero dicen que el pecado que cometieron se les anida en la panza; pero aún así Dios las bendice y las cuida y les da poder sobre la naturaleza, por eso el hombre que muchas veces se la da de muy macho, se apendeja también como las víboras, pues con las embarazadas doblan las manos, les da sueño, dolor de cabeza, calentura, desgano y quebrantamiento de huesos, entonces se les comenta: “ya te agarró la chipilera, por eso andas como animalito, con la cola entre las patas”. Es decir, todo lo macho que son, de pronto se les esconde bajo los huevos.

III  

EL SUSTO

Dicen los chinantecos que con el susto se esconde el alma del asustado quién sabe a dónde, por eso empieza a ponerse mal. Pero hay de susto a susto, unos son más peores que otros. Así se tiene que cuando una persona se espanta con agua del río, luego se le empieza a secar el cuerpo, enflaquece, se pone chupado con un color amarillo ausente. Tísico, tembloroso, con muchas ojeras, hay que llevarlo de inmediato con un curandero para que lo ramee y le chupe el espanto. La chupadera del susto lo lleva a cabo una persona bien preparada, le echa alcohol en la nuca al enfermo, le empieza a chupar la espalda, el cuello, y sobre todo los brazos, para sacarle el alma y el espíritu que se le fue muy adentro. Dicen que cuando el espíritu de una persona se espanta, huye y ya no vuelve, se pierde en un abismo que tenemos en el interior, por eso hay que chupar con maestría y sabiduría al espantado y revive enseguida. Son tres curas las que se le hace al enfermo. Si una persona se espantó en el río, el curandero espera que el agua baje de nivel, para agarrar uno o dos puños de tierra e ir a regarlos por los rincones de la casa del enfermo, pues dicen que una parte del espíritu de la gente que se espantó en el mencionado lugar, se quedó allí y hay que desenterrarlo. Además, cuando curan el susto de agua, hay que ir a tirar el huevo o enterrarlo en el lugar donde se espantó el fulano, para que su espíritu regrese contento a él, y enseguida se le quite lo chupado, lo flojo, lo entelerido, vuelva a ser una persona normal y se desapendeje por completo