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Arte, selfies y champaña

Foto(s): Cortesía
Redacción

CIUDAD DE MÉXICO.- Lo primero que recibe al visitante de Zona Maco en el Acceso A de la feria es una gigantesca esfera roja que flota sobre el piso, obra del artista Julio Le Parc, que está compuesta por cientos de cuadrados de plexiglás que penden de hilos invisibles.

O lo que es lo mismo: los recibe la primera gran oportunidad para tomarse una buena selfie, o historia para Instagram, según se quiera.

En el día inaugural del encuentro artístico, en el Centro Citibanamex, pocos se resisten a la invitación que les hace Sphére Rouge 360, a través de la Galería RGR, para mostrar en las redes que febrero ha llegado de nuevo y, con ello, la cita inaugural de la Semana del Arte.

Y es que, al llegar a su edición 20, Zona Maco se ha consolidado no sólo como una cita de peso en el calendario de los coleccionistas y sus marchantes, sino en uno de los puntos focales del ecosistema artístico de la Ciudad de México e, incluso, de Latinoamérica.

En el día en el que se anunció su nombramiento como subdirectora artística del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid, Amanda de la Garza aguarda junto a la esfera roja para encontrarse con sus acompañantes.

Como titular, desde el 2020, de la Dirección General de Artes Visuales de la UNAM y del MUAC, proviene de un mundo muy distinto al de la compra-venta millonaria de arte para colecciones privadas, pero que no estima demasiado ajeno al suyo.

"Zona Maco ha sido un proyecto muy consistente a lo largo de estos 20 años que ha detonado muchos otros procesos. Es decir, ha crecido junto con el resto del sistema artístico en México, como las otras ferias y las instituciones de arte contemporáneo de diferentes escalas, y creo que estos 20 años muestran la solidez de un circuito que se ha robustecido con el tiempo, que se ha profesionalizado", estima la historiadora de arte.

"Es una relación cordial en términos de que formamos parte de un mismo sistema, de un ecosistema, y que somos diferentes, pues ellos están en el ámbito comercial privado, y nuestras funciones son otras, son de difusión de la cultura, de museo público (...) Pero, por supuesto, tenemos relación porque formamos parte del circuito".

Con su confluencia de arte contemporáneo y moderno, diseño, antigüedades, fotografía y libros de arte, Zona Maco no deja de ser un espacio donde, en gran medida, las grandes fortunas invierten en obras por ser activos cuyo valor, en muchos casos, no hará sino aumentar.

Una imagen elocuente de ello este 2024 es la copiosa presencia de obra pictórica y escultórica del colombiano Fernando Botero, fallecido apenas el año pasado, en tres galerías vecinas que se ubican frente a la barra de una conocida marca de champagne.

En su vigésima edición, la feria reúne a 208 expositores, provenientes de 25 países, que la ubican como uno de los más importantes escaparates para sus artistas.

Este año, por ejemplo, la capitalina Galería Ethra apostó por los mexicanos Alejandro Pintado y Adrián Procel, y la argentina Leila Tschopp, para conformar su oferta para el 20 aniversario del encuentro.

"Pese a ser una feria internacional, sigue siendo una feria que tiene el dejo de la ciudad en la cual participa, y creo que también es un punto muy importante para todas las galerías de la Ciudad de México, o de México en general, para poder sacar la casta y enseñar ese giro y planteamiento que hay desde lo más local", expone su fundador, Rodrigo Borrás.

Demián Flores, quien participa en el mismo espacio con una nueva serie de esculturas en porcelana, en las que este material decorativo revierte su uso tradicionalmente europeo para enfocarse en lo mexicano, también considera que el papel que juega la feria para un artista es importante.

"Hay muchos coleccionistas importantes que viajan solamente para venir a la feria, y yo creo que es, por lo menos, la feria más importante de América Latina y una de las más importantes del mundo", estima.

"Para mí, como artista, es una vitrina".

Entre las galerías internacionales que este año confiaron en Zona Maco se encuentran las neoyorquinas Kasmin, Jane Lombard, Jack Shainman y The Hole, la turca Zilberman, la holandesa Grimm y la japonesa Cohju, entre otras.

Además, luego de haberse ausentado un tiempo, la emblemática Pace, con sedes en Estados Unidos, Japón, Corea, Suiza y Hong Kong, volvió con obras de Alexander Calder y Antoni Tàpies entre su oferta.

Bajo la dirección artística de Direlia Lazo, Zona Maco, fundada por Zélika García, celebra a las 15 galerías con mayor historia dentro de la feria a través del proyecto expositivo Forma, con el que fueron convocadas a proponer una instalación o escultura de gran formato para los pasillos e intersecciones del centro de convenciones.

Como lo hiciera RGR con la esfera roja de Le Parc, la galería Kurimanzutto presenta una escultura de tezontle y acero de Gabriel Kuri; OMR, un jarrón de gran tamaño de Eduardo Sarabia cuyo material imita a la cerámica y muestra patrones de hojas de mariguana y hongos, y Travesía Cuatro presenta una escultura de Gonzalo Lebrija que simula ser una reata que se sostiene por sí misma a media acción de lazar.

Siempre consciente de la importancia del magnetismo de ciertas obras para convertirse en material para una selfie, como los espejos de Anish Kapoor que lleva año con año, Galleria Continua instaló la pieza Camino, de Osvaldo González, un túnel hecho de cinta adhesiva que produce la sensación de ingresar hacia un sitio oculto, y que acapara muchas de las miradas y celulares.

No obstante, más allá de las fotos para presumir una visita, la mixología, la comida de autor y la vestimenta de los asistentes, en la feria hay proyectos artísticos que confrontan el presente.

Bajo la curaduría de Luiza Texeira de Freitas, la sección Sur reflexiona sobre conceptos como generosidad y cuidado desde muy diversas aristas.

Ahí está, por ejemplo, el trabajo del artista italiano Giuseppe Abate en la galería Boccanera, cuyas obras, realizadas con cualquier pieza utilizable de los restos de un pollo, abordan fenómenos sociales como las disparidades económicas.

Una serie de cuadros, pintados con una tinta hecha a partir de la sangre del animal, muestra escenas de violencia policiaca, tomadas de la vida real, en establecimientos de comida rápida a base de pollo en Londres, donde se reúnen a comer las personas con menor poder adquisitivo.

"Todo el proyecto es hablar de nuestra sociedad, de nuestros problemas, del medio ambiente, de la industria de la carne y del problema del dinero. Para mí, el pollo es una buena materia para hablar de esas cosas", explica Abate en entrevista.

Entre las selfies y los vasos de champagne, las galerías europeas y las ventas de seis cifras, Zona Maco ha llegado también a ser un lugar donde confluyen todo tipo de proyectos.