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¡Nunca más la comodidad de nuestro silencio!

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, diversas agrupaciones participaron en diversas marchas en la ciudad de Oaxaca.
Foto(s): Cortesía
Citlali López Velázquez

Es una marcha de fuego, de rabia que ya no es contenida, de distintas historias de dolor que se acompañan para sanar. Una marcha de resistencia y de sobrevivencia en un país que cada día suma diez cruces por la violencia feminicida.

Una marcha de todas, de las que ocuparon las calles, pero también de las que no pudieron porque enfrentan mayores violencias y opresiones, es la marcha de las que silenciaron, de las que nunca regresaron a su casa como Olga y Adriana.

“Es Olga Lidia Hernández, mi cuñada, ella salió una tarde a trabajar una mañana como todos los días y ya no regresó a casa. La encontramos sin vida después de tres días. Murió de la manera más horrible, lo que le hicieron no se lo deseo a nadie. Si antes no salimos a protestar fue por miedo”. Aquella es la primera vez que su familia sale a marchar ante la ausencia de justicia. Su voz se amalgama con las miles que ocuparon las calles de la capital de Oaxaca. 

Adriana Baños López tenía 33 años de edad, fue asesinada en 2012. Su feminicidio sigue en la impunidad.

El contingente se organiza, se extiende como una gran serpiente desde el Monumento a la Madre. Los tambores suenan. Se levantan fumarolas violetas y verdes. “¡No se va a caer, lo vamos a tirar!”. Cantan, saltan, se abrazan, irrumpen en el espacio público con libertad. ¡Alertaaaa, alertaaaa!  

“Estamos en búsqueda de mi hermano Juventino, pero hoy alzamos la voz por todas y todos. Somos nosotras las que salimos a campo a rascar la tierra. Las madres ya dieron a luz a sus hijos, ya los tuvieron en sus vientres y ahora hay que sacarlos del vientre de la tierra. El pequeño resto que encuentres significa poder un poquito del tuyo. Hay muchas y muchos desaparecidos, por ellos hay que levantar la voz”. Juventino Cruz Cruz lleva tres años desaparecido, su madre Aurea Cruz y sus hermanas no han parado de buscarlo. 

La marcha incomoda como las voces de las mujeres que denuncian, que señalan, que gritan, porque se prometieron que ni los violentadores ni el Estado tendrían la comodidad de su silencio. Una marcha que se levantó desde la lucha de quienes no tuvieron más opción que ser valientes porque les arrebataron a sus hijas o porque el que abuso sexualmente de ellas fue puesto en libertad.

Si no hay justicia que no haya paz, se juraron e hicieron un pacto silencioso que año con año cobra mayor fuerza el 8 de marzo Día Internacional de la Mujer. Es un movimiento que no se detiene, que avanza a pesar de los obstáculos, que se fortalece y que vibra entre los cánticos feministas que hablan de la libertad y la autonomía, pero también de aquellos que recuerdan que no estamos todas.  “Hoy a las mujeres nos quitan la calma. Nos sembraron miedo, nos crecieron alas”.

A ellas el bloque al frente del contingente con Adriana Reyes mamá de Ivón Guevara; Zoila Bengochea mamá de Dafne Carreño; Soledad Jarquín, madre de María del Sol; Elizabeth Hernández Domínguez, madre de Mariela Saidi todas víctimas de feminicidio con un proceso de justicia pendiente.

“En el caso de María del Sol hay una total impunidad, pero me lleva a marchar el que otras mujeres no pasan por lo que nosotras hemos pasado, que el gobierno entienda y vea que frenar la violencia contra las mujeres es un reclamo sistemático a partir de una nueva generación de jóvenes que ya están hartas”. (Soledad Jarquín Edgar, madre de Sol Cruz asesinada el 2 de junio de 2018.

Arriba ondearon las consignas, las banderolas verdes y moradas que visten la lucha contra la violencia machista. Las calles amuralladas temblaron al paso de los contingentes de mujeres que perdieron el miedo para dar rostro a las cifras.

A ras de piso y sobre las paredes el aerosol traza frases que queman porque nombran las violencias invisibilizadas, lo que nadie quiere oír. “Feminicida”, “violador”, “agresor”. 

“A mí me mataron a mi hija. Ella se llamaba Sol, fue asesinada el 7 de junio hace dos años. Ya hay un responsable y le dieron sentencia”. (María Maldonado Aragón, madre de Sol Maldonado asesinada por su pareja)

“Ya va para cinco años este caso y hasta ahorita seguimos esperando que haya justicia por el feminicidio de mi hija”. (Elizabeth Hernández Domínguez, madre de Mariela Saidi)

En Oaxaca tan sólo el año pasado se denunciaron 20 mil 320 casos de violencia familiar; 453 violación simple y 308 violación equiparada, según cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). 

Además, fueron asesinadas 95 mujeres de las cuales sólo 39 fueron reconocidos como feminicidios. 

En su cuerpo carga una cartulina. “Escribe el nombre de tu agresor”, invita. Las mujeres se acercan, algunas lloran porque es la primera vez que se atreven a nombrarlo. “Han sido muchas las que escribieron. La que más me ha conmovido es una chica que fue violada por su primo a los cuatro años y duró el abuso durante seis años”. 

El contingente sigue avanzando con la fuerza de las abuelas y las mamás que les enseñaron a luchar. Se moviliza con la resistencia de quienes buscan que sus hijas no vivan las mismas violencias que ellas. Camina con la fuerza de las amigas que sostienen la vida en los momentos difíciles, y el de las que sin conocerse gritan con el mismo coraje de vivir en un país en donde la constante es el acoso, la violencia familiar, el feminicidio, la violación.