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La rama de Cocuite

Hora de subirse a los recuerdos
Foto(s): Cortesía
Antonio Ávila Galán

En los pueblos ubicados al pie del Río Papaloapan

la tradición de la rama es una identidad cultural 

canto que enriquece el alma 

de los pueblos del sotavento.


Los Abuelos 

La rama es una tradición que surge a la luz de un tiempo inmemorable, donde no se precisa sobre su origen. Sin embargo es una de las tradiciones donde se activa dentro de la consideración del tiempo una fusión de elementos indígenas y españoles, con una gran influencia negra. Dicha tradición en toda su magnitud dentro de su autenticidad, se conserva en los pueblos de la cuenca del Papaloapan. La inquietante festividad navideña, comienza el 16 de diciembre y termina el 24 del mismo mes.

Los abuelos y gentes mayores, transmiten el conocimiento de que para tal regocijo fiestero se busca una rama ya sea de otate, naranjo o cocuite, esta es adornada con elementos naturales y como costumbre se utiliza una pomela, a la cual se le sacan los gajos de la fruta y después de quedar limpia se coloca una vela adentro. 

La celebración de fin de año es verdadera ocasión de recuerdos, que canta en el corazón de un cristalino rio, rememora múltiples colores de mariposas en la musicalidad de la décima y la jarana en el murmullo del viento. Encanto de niños, jóvenes y adultos paseando con una rama por el vecindario, pidiendo su limosna bajo el coro musical de siempre; se recuerda que los anfitriones depositaban su aguinaldo en una latita. Se recorrían calles y callejones del Barrio Abajo, y el parque Juárez era el centro de reunión para hacer cuentas de lo recaudado. La familia de cada hogar con gusto escuchaba el coro de un grupo de muchachos que llevaban por delante una rama de cocuite, o bien de otro árbol, adornado con vejigas y faroles que compraban con doña Esther, la señora que todo el año vendía dulces y cucuruchos de cacahuates en el centro del parque; faroles de colores a los que les ponían una velita en su centro, para que resplandeciera una luz muy llamativa en esa noche reflejada en el paseo de las ramas. Como estandarte de bandera, la rama la portaba una joven, y esta se adornaba con vejigas de diferentes colores, y el coro del canto entonado daba pie a un buen recibimiento en los hogares tuxtepecanos. La muchachada no sólo recibía dinero como aguinaldo, sino que algunas familias les invitaban buñuelos hechos por la mamá o la abuelita, acompañado con una sabrosa taza de chocolate. A las siete de la noche se hacia la reunión en algún lugar estratégico para el inicio del recorrido: –Ya llegó la rama con sus naranjas y limas–; comentario de los vecinos de tal celebración que se hacía del 16 al 24 de diciembre, fecha en que se celebran las posadas por el nacimiento del niño Dios. Aquí en los pueblos del sotavento en la Cuenca del Papaloapan, se lleva a cabo tal celebración como una tradición que hermana a dichas comunidades fundiéndose en una sola.

Actualmente se comenta que el grupo de personas que lleva la rama, no pide posada como fue la costumbre de los peregrinos anteriormente, ahora van de casa en casa cantando las naranjas y limas y se acompañan con instrumentos musicales, o bien la chamacada utiliza panderos, pequeñas latas con piedras adentro para producir ritmo, y dentro del canto improvisan versos de acuerdo al momento que viven; respecto a que si le dan aguinaldo o se lo niegan. Anteriormente la rama al llegar a una casa les ofrecían hojuelas o buñuelos con miel, y a las personas adultas le daban el famoso torito, menyul o el encacahuatado; dicha bebida elaboradas con fruta de temporada: limón, naranja, nanche, jobo, guanábana y cacahuate y su buen piquete de alcohol; esa grata costumbre se ha ido perdiendo, pues ahora los niños y jóvenes, que salen con su rama por los barrios o las colonias de la ciudad; reciben dinero como aguinaldo de las fiestas navideñas.