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Gotas de desamor

Mujer dumiendo, Foto: Karen Gutiérrez
Foto(s): Claudia Ramos
Antonio Ávila Galán

Que profundas son las palabras, Cuando no son para ti sino que para otros que ni siquiera conoces. Tocan tu piel y penetra en el silencio de tu conciencia ahí se anida y empiezan a revolcarse en tu sangre, sin poder defenderte, hacen daño en ese espacio infinito donde las lágrimas se agotan. Me repito a mí mismo, no tengo la culpa de que otros hicieron en la dialéctica de un amor vacío, donde me tocó pecar por la sobriedad que implica este día tan importante; veinte de abril tiempo novedoso a disipación de los extremos de la existencia. Sin ser filósofo con la poesía colgada en mis sentido; pregoné a mis adentro un amor verdadero, sin límite de mi parte ni resistencia. ¿Qué culpable soy yo?, si apenas te conocí, en un tiempo exacto de admiración por tus ojos. Ese día percibí que quisieron llorar pero no pudieron; mientras, tus labios emanaban irresistible ganas de mandar todo al carajo. En ese instante percibí la negación de un beso, la negación de un mormullo de mar cuando se entrega al océano, no a mí, pero si recuerdo inaudito de quienes tuvieron que ver en ahogar la zonas abiertas de tu corazón para amar; amar como Dios solo sabe.

Mujer al fin, reconozco que toda la existencia para ustedes es amar. Amar con el amor del alma. Hoy te niegas a la conciliación contigo misma, porque disculpa que te lo diga, ya no eres tú sino las voces que imperan en ti y te regalaron sin recato, para cortar de tajo tu generosidad como mujer, como parte de luz a tu destino.

Perdóname, perdóname; esto solamente es mi voz desesperada que expresa la admiración hacia ti, a tu ser único, a tu persona interior; pero no a los conceptos que nos da la vida, sino a tu ser único, repito que es la esencia de siglos de tu andancia en la musicalidad de tu destino. Hoy únicamente mi voz es para ti, es mi silencio admirándote, y comprendo que tú no eres la persona que dijiste esas castigadoras palabras; tan sentidas pero poéticas, tan llenas de gracia, pero al fin palabras que me llenaron de nostalgia. Repito tu no fuiste, solo fueron tus recuerdos pronunciados en tu inconciencia, fueron imágenes vivenciales que están arrinconadas en lo más profundo de tu memoria. Al contrario, te digo de buena amistad, que tú conciencia, tu ser, y tu corazón están limpios de toda maldad; pero tu corazón llora de angustia, llora de incredulidad. No cabe duda la poesía está hecha de palabras y esta tarde de viernes veinte de abril escuché el canto de tus labios, lo percibí con claridad y transparencia, y se sumergió en todo espacio y conciencia de mi interior, ahí las guardaré como una metáfora del tiempo, y su significado será una repetición simultanea que hace llorar  mi corazón.

Qué desenvuelto regalo de cumpleaños (como el día que se pierde entre la mirada del tiempo), perdón; a veces lloro, a veces canto, a veces rio. Mi mayor esperanza fue asistir a tu encuentro, ese día de marzo cuando nos desconocimos: caramba, abril llegó muy pronto y ondas palabras de tus expresivos ojos, se sumergieron en gotas de desamor en vanos recuerdos.

En el mito del pecado y la buena venturanza: la poesía canta y yo de cuento. Cómo te pareces a mi progenitora por eso te admiro, te quiero tanto. Pero yo no soy el culpable de esas voces que llevas dentro y te niegas a desechar para siempre. A fin de cuenta solo soy un enlace, escondido entre las voces de marzo y abril: locos pesares.

Finalmente me sumerjo en lo que más me gusta hacer: escribir como un loco fantasma olvidado, que se extravía al final de la calle. La ciudad en un ojo de hormiga, se extravía en un sueño incandescente,  plagada de ruido.

Redactado el 23 de abril de 2018